Batzuetan atzera begiratzea ere komeni izaten da, eta beste lan bat dokumentatzen ari ginela, Mikel Larrañaga doktorearen (aditua da antzinako erlijioetan) lan batekin egin dugu topo: Lo pagano y lo cristiano en Iruña-Veleia: una perspectiva contextual. Academia.edu-n aurki daiteke. Bikaina da artikulu osoa, baina sarrerako pasarte hauek harrapatu egin gaituzte, iruditzen zaigu bete-betean jotzen dutela dianan.
“Y la piadosa Diputación Foral de Álava nos quiere ahorrar sufrimientos, discerniendo por nosotros, desde su “profundo instinto”, qué debemos recordar, y sobre todo, qué es necesario olvidar, o mejor dicho, qué es necesario que nunca haya existido, para que no tiemblen las bases de nuestro delicado equilibrio político-historiográfico. No vayamos a caer en la desorientación, y pensemos cosas que desbaraten los cánones de esa lucha política ya esclerotizada que toma cuerpo en la historiografía, con un panorama de posiciones ya bien asentadas, cada una con su ámbito clientelar. Qué sufrimiento el nuestro, si fuera así, y qué gran labor hace la Diputación por los pobres e indefensos ciudadanos, necesitados de patronazgo mental, al evitarnos tantas tribulaciones, haciendo desaparecer lo que fuera que nos saque de los parámetros de “lo malo conocido”. Es también una gran labor patriótica; apenas una década después de Nietzsche, el filósofo e historiador francés Ernest Renan ya había llegado a claras conclusiones respecto a las necesidades de las naciones, esos entes políticos que tanto nos atribulan y nos hacen sufrir por éstos y otros lares: “El olvido y, yo diría incluso, el error histórico son un factor esencial de la creación de una nación, y es así como el progreso de los estudios históricos es a menudo un peligro para la nacionalidad “(Renan 2010 -1882-, 3).
Iruña-Veleia no está de moda. Al parecer causa demasiados problemas para “La serenidad, la buena conciencia, la actitud gozosa, la confianza en el porvenir” de este pueblo, o eso creen algunos. Eso es lo que creen quienes se ven a sí mismos guiando el rebaño (pues ésa es su concepción de sí mismos), y hacen uso de todos los medios a su alcance: la manipulación mediática, la intervención de agentes culturales de su clientela, el constante beneficio judicial a sus instituciones. Pero lo que ocurre es que cuando una mierda semejante te revienta en las manos, se puede tapar con todos los periódicos que se tengan a mano, se pueden poner las televisiones y las radios a todo volumen, se puede tratar de evadir el kit de la cuestión mediante el ataque y el descrédito personal, etc., pero al final el tema huele tanto, que tarde o temprano se descubre.
O no. Recordemos lo ocurrido en nuestra otra Iruña, en la Plaza del Castillo, cuándo UPN y Yolanda Barcina se llevaron por delante un yacimiento importantísimo, donde se encontraron, entre otras cosas, y tal y como ocurre en Iruña-Veleia, fenómenos únicos a nivel europeo, como p.ej. los enterramientos altomedievales conjuntos de musulmanes y cristianos. Se construyó un aparcamiento que se podía haber hecho en cualquier otro lugar sin ningún problema, y no realmente porque Yolanda Barcina y sus amigos tuvieran intereses económicos en hacer el aparcamiento (que no decimos que no los tuvieran), sino porque era necesario borrar del mapa aquellos hallazgos, aquella historia incómoda para la visión de la derecha española (y no sólo de la derecha española). Y ocurre ahora que, muchos de aquellos que tan amargamente se quejaron de la destrucción políticamente interesada de patrimonio que supuso aquella intervención, promueven activamente la destrucción del yacimiento de la otra Iruña, la llamada Veleia. ¿Qué es lo que ocurre? Lo he dicho alguna otra vez, y lo voy a repetir, porque creo que es importante: algo raro ocurre dentro de la historiografía relativa a la Antigüedad Tardía/Alta Edad Media y la política vinculada a ella en nuestro país, cuando dos de las ciudades más importantes de Hegoalde para desentrañar esas épocas históricas tan desconocidas han sido “saqueadas” de esta manera. Parece claro que según algunos todo ello debe quedar fuera de “lo que está al alcance de la vista y es claro”, y que está mejor entre “lo que está oscuro y es inescrutable”; debe dejarse entre aquello que “es mejor olvidar”. Lo hacen por nuestra salud. Todos ellos: los políticos (desde EH Bildu hasta el PP, sí, todos juntitos), los historiadores -y especialistas y profesores de otras disciplinas- de la UPV que bailan al son de la Diputación y los que callan y observan, los medios de comunicación, diversas instituciones, entidades y agentes de la cultura vasca…
La verdad es que ver tanta unanimidad en mantener tapado un tema tan claramente amañado para cualquiera que acerque su naríz más allá de periódicos y televisiones, causa estupor y escalofrío, y delata hasta qué punto la política vasca, detrás de grandes palabras y pasiones, se reduce a una mascarada en la que los valores éticos, sociales, históricos o culturales, o los sentimientos nacionales, parecen ser poco más que flatus vocis.”