Koenraad Van den Driessche geologo beljikarrak “Las mentiras que ventila la prensa sobre la supuesta inscripción posterior al pegado de la pieza 11429” izeneko lana argitaratu du zenbait blogetan. Bereizmen handiko argazkien bidez frogatu du gezurra dela pegamenduaren gainetik grafitatuta dagoela 11429 pieza, berriki Correo-k argitaratu duen bezala. Lurmenek bere egunean ateratako argazkietan garbi ikusten da hori.
Bestalde, Javier Vegas kazetari arabarrak betiko zorroztasunaz idatzi du bere ‘arabaonline’ blogean “Veleia y Montesquieu” artikulua.
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Javier Vegas
Abrabaonline.com
Esto del asunto Veleia tiene una curiosa derivación. Al final, más allá de la, recordemos, aún presunta falsedad, y, recordemos nuevamente, más allá de la aún constitucional presunción de veracidad, resulta que a mi personalmente lo que me produce perplejidad y estupor son las ramificaciones.
Recordemos (tenía que haber titulado esto recordatorio) que en principio el objeto central se sustenta en la perplejidad ocasionada por la aparición de ciertos textos y dibujos grabados sobre diversos materiales en un yacimiento romano. Lo novedoso de los grafitos causó asombro y sorpresa, primero entre los propios miembros del equipo, luego entre los políticos que lo conocieron, y dada la habitual discrección de estos el asunto llegó pronto a las redacciones de medios orales y escritos.
Recordemos que fue la presión de estos últimos la que obligó a superar los discretos ámbitos del discurso científico al equipo investigador y hacer públicos los hallazgos antes de poder culminar sus análisis y estudios. Recordemos cómo se paso del asombro a la duda, de la duda a la sospecha, de la sospecha a la ejecución y cómo, una vez ejecutado el cabecilla se comenzó el proceso judicial. Recordemos la curiosa coincidencia en la procedencia de gran parte de los acusadores y recordemos así mismo la peligrosa combinación que se derivaba por una parte de sus afanes monopolísticos en lo que a la gestión y explotación del patrimonio alavés se refiere y por otra del novedoso modelo de gestión con el que Lurmen había abordado los trabajos en Veleia ante la pasividad cuando no hostilidad de la institución foral y sus poderes asentados. Recordemos la judicialización en cascada del asunto y los resultados hasta ahora cosechados. Pasamos de anunciar una querella o demanda, ahora no lo recuerdo, a dejarlo en un traslado de información que por cierto el fiscal consideró insuficiente y alguna cosa más. En lugar de presentar la información solicitada, y visto que el fiscal no parecía suficientemente proclive a las tesis de Lynch pasamos a ir por vía juez y se presentó no una sino tres demandas, de las que por cierto dos, las de Eusko Tran están ya archivadas. Recordemos igualmente la proactiva actitud mantenida en todo este proceso por cierta cabecera a la hora de apisonar la tierra de la tumba a cuya excavación habían también contribuido. Recordemos así mismo el creciente escepticismo que genera esta cruzada y los prudentes desmarques de alguno de sus instigadores preocupados, probablemente por el entusiasmo demostrado por los o las instigadas. Incardinemos todo ello en las luchas cainitas que mantienen los universitarios y científicos cuando lo que se juegan no es ya sólo el prestigio científico, que también, sino los ingresos, subvenciones y ayudas que de ello se derivan. Recordemos el curioso reparto de premios y castigos. Nombramientos públicos y suculentos contratos, convenios, donaciones, regalías o lo que sean para los cómplices y llamadas, amenazas vestidas de recomendaciones, reconvenciones, reproches y consejos sabios para quienes dudan o se limitan a dar espacios para el debate en sus publicaciones a los que se separan del estrecho camino oficial.
Recordemos todo eso y sorprendámonos al ver la prensa de hoy. Diario de noticias recoge la presentación por parte del abogado de Eliseo de sendos informes que cuestionan y contradicen los presentados a bombo y platillo sobre las habilidades caligráficas y el denuedo, persistencia y hasta individualismo en la ejecución de falsificaciones de su defendido. Curiosamente el correo titula Nuevas pruebas contra la mentira de Veleia. Y uno piensa… por fin la sensatez ha entrado en vocento, pero no. Se trata de un nuevo informe que además de llamarle al de siempre falisficador le llama tonto. Porque de una primera lectura se desprende que hay que ser tonto para ser tan torpe como el informe dice y pegar un trozo de lo falsificado para seguir falsificándolo como si uno supiera que nunca nadie reparará en el pegamento. No me he dedicado a mirar con detalle la fotografía, pero leidos los comentarios a la misma, resulta más interesante leer la letra pequeña de la foto y del artículo para dar otro significado al título.
Pero lo de los grafitos es lo de menos, tal como decia al principio. Aquí de lo que hablamos es de una guerra de medios, o mejor dicho, aquí hablamos de un medio acostumbrado a ser hegemónico y saltarse a la torera todo rasgo o vestigio de ética periodística y hasta de conciencia democrática. Montesquieu diseño un sistema de garantías que actuaciones como esta revientan y dinamitan. Estos no se conforman con ser el cuarto poder, aspiran, en un nuevo debate trinitario a ser la santísima tirnidad del poder y absorver en su seno a los otros tres. Y lo hacen a buen seguro con no muy buenas artes. ¿O alguien se va a creer a estas alturas de la película que no sabían algunos lo que iban a publicar los otros? ¿que no no hablaron unos y otros de como responder y contrarestar los datos aportados con nuevas insidias que suenan a viejas (pegamentos, letras, palabras)?
Yo personalmente abomino de este tipo de prensa para la que lo mismo da hacerse con el documento de un proyecto municipal antes que nadie, antes incluso que los que deben decidir sobre él, que sacar del cajón uno tras otro informes cuya mayor enjundia está en el titular que les dedican. Comprometidos en una guerra que en principio les es ajena la hacen propia, y dado el caracter empresarial de la marca y la nada oculta naturaleza de su línea editorial claro está que algo buscan a cambio. Por su bien, que es nuestro mal como ciudadanos libres educados para tener nuestras propias opiniones y fíados creyentes en la independencia de los jueces, sería de esperar que ellos y quienes les “pasan” los informes tengan algo más que lo que publican. Por nuestro bien, que es su mal, solo cabe esperar que la justicia y la verdad les pongan en su sitio más pronto que tarde.